miércoles, 18 de noviembre de 2009

Exigencia a libreros y editores

A simple vista esto puede parecer una queja absurda. De esas que sólo una persona gruñona o amargada puede hacer. Pero no, no es un tema cualquiera: nos afecta a todos. El tema no es quejarse por quejarse.

Todos hemos estado en una biblioteca. O en una librería. Y hemos estado ojeando y hojeando los libros que nos exponen. Pero también nos ponemos a leer los títulos de las obras en las estanterías. Justo ahí esta el problema.

LIBROS TIPO A: Por norma general en el lomo del libro viene el título puesto de abajo para arriba. Estando el título principal destacado y habitualmente el nombre del autor de una forma más discreta. Es decir, que para leerlo nos tenemos que situar a la derecha del libro e inclinarnos un poco a la izquierda para leer qué pone. O por lo menos inclinar la cabeza. ¿Nos situamos?

A veces, los que piensan las portadas se solidarizan con los que tienen un leve problema de cervicales y deciden poner el título en pequeño en horizontal. O por lo menos el autor.

LIBROS TIPO B: Bueno, pues para variar siempre tiene que haber alguien que de por culo. Así de claro. Y vas y te encuentras libros que el título esta puesto de arriba para abajo. Así, nos tenemos que situar a la izquierda del libro e inclinarnos hacia la derecha. No es la norma general, es una innovación de algún memo.

Algo tan absurdo como poner el índice al final de un libro. O sea, lo que te vas a encontrar en las páginas que vas a leer a continuación… lo pones al final. Muy bien.

¿Qué me ha pasado hoy? Estaba buscando un libro en la biblioteca de mi facultad. Y claro comienzo a intentar leer lo que pone en una de las estanterías porque estoy buscando un libro. Además tenía que agacharme un poco. Y yo no se leer al revés, lo aclaro. El caso es que según voy avanzando me voy inclinando de un lado a otro y cambiando de sitio haciendo movimientos raros porque los libros TIPO A y los TIPO B están mezclados. Que parecía gilipollas vaya. El caso es que voy avanzando moviéndome como un capullo y justo en una de mis absurdas inclinaciones a otro lado para leer un título de un libro TIPO B le he dado con mi mochila en la cara a una tía que estaba sentada al lado. (A veces la distancia entre mesas, sillas y libros es muy escasa.) Acto seguido se me ha roto el asa de la mochila.

Vamos, que ya podrían aclararse.

Al final no encontré lo que buscaba. Estaba en la sección equivocada.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Conciertos y absurdos.

Esta semana he ido un par de conciertos. Ha sido una semana completa.

En primer lugar fui a ver a Rammstein, la contundente banda alemana de metal industrial. Ya los había visto con anterioridad, pero es que merece la pena repetir. Es puro espectáculo. Las canciones te pueden gustar más o menos pero el directo se disfruta. Es pirotecnia a lo bestia con grandes estructuras desmontables mientras la música suena. Una pasada.

En segundo lugar fui a ver a los Hardcore Superstar. Una banda de hard rock, glam metal o como lo quieras llamar. Muy directo, gran contacto con el público y en general un buen show. En una sala pequeña con buen sonido.

Pero me encuentro en estos actos sociales que en nuestra sociedad consentimos que reine el absurdo.

En primer lugar pasa que yo encantado pago 50 euros por ver a Rammstein, pues se que gran parte de ese dinero, que podían ser beneficios para ellos, lo usan para crear un espectáculo único. Pero es que donde compro las entradas, en el Fnac acostumbro a mirar que otros grupos tocan y veo cosas como que Green Day u Offspring en su día costaban 90 euros. Sí, 90. Lo repito, 90 pavos de amor. Y de esos 90 no van a emplear tanta pasa en espectáculo. Que sí, que son punk y tal y tienen buenos discos, pero admitámoslo, el hecho de que estén de moda provoca absurdos como este. Que sí, que tienen que cruzar el charco… ¿Entonces por qué puedo ver a Korn Y Flyleaf por 27 euros? ¿Por qué Bad Religión por 22? ¿Y Metallica por 55? ¿Y AC/DC por 75? Señores, que a veces nos timan y nos dejamos. Que Offspring los he visto en directo (Al igual que todos los mencionados menos Green Day) y no valen 90 pavos.

En segundo lugar pasa que al palacio de los deportes no te dejan pasar con la cadena de la cartera. No, no con una cadena de metalero chungo… con una cadenita para que no te roben la cartera. Es que si te vas a zurrar con uno lo normal es decir “Espera que me quito la cadenita de la cartera”. Y claro, tampoco puedes entrar con una botella con tapón. Por si se la tiras al grupo. Siempre me viene a la mente el árbitro que le abrieron la cabeza con una moneda de dos euros o el portero que le pasó lo mismo con un mechero. Eso sí, el cacheo es de coña, ahí si te guardas un revolver en los calzoncillos o en la pierna pasas sin problema.

La siguiente mongolada es que no te dejen entrar con tu bebida a un concierto. ¿Y si yo no consumo alcohol? ¿Y si no quiero pagar 5 pavos por una copa? ¿Y si quiero llevar un puto zumo porque estoy bajo de vitaminas? Pero es que no termina ahí eso, yo antes con 15 años entraba en los conciertos ahora en las salas no te dejan. Coñe, dejadlo en 16 por lo menos. ¿O es que lo chavales de hoy en día de 16 años no beben? ¿Es que no merecen el acceso a espectáculos culturales/musicales? Eso sí, los menores pueden pasar a ver a Mago de Oz en recintos grandes donde en su día sacaban a strypers… Lógico y normal. Un niño de 12 viendo tías en pelotas bailando pero uno de 16 no puede estar en un local viendo simplemente a un grupo tocar. No se quien vela por nuestra educación y el progreso mental de nuestros chavales pero debe ser una contradicción ambulante.