Ayer se fue Martin. Sus clases acababan antes que nadie y ha vuelto a Suiza. Ha sido duro, triste y emotivo. Me alegro de haberle conocido. No puedo olvidar que a él le conocí el primero de todos en la estación de tren un lejano 14 de Agosto. Hicimos todo el papeleo juntos y todo lo normal al principio cuando estás perdidísimo: comprar el móvil, mirar el precio de las bicis...
La verdad es que le voy a echar muchísimo de menos. Este Erasmus es muy de crear comunidad, de convivir... ya sea por el frío o porque todos vivimos en el mismo edificio pero ha sido mucho tiempo juntos y claro.. se hace piña. Pero lo bueno y lo bonito es que he tenido la suerte de conocer a gente como él. O como Sofía, la griega que me arregló el ordenador... también ha sido duro despedirse. Y también de Debby que en un par de días se va a casa en Hong Kong.
Pero Martin tenía un sueño antes de irse. Y lo ha cumplido. Ya que su bici era un truño decidió que el último día la lanzaría desde el piso 9 de la residencia. Así fue. Ahora hay una "cicatriz" en el suelo que indica que que pudo llevar a cabo un último acto bandálico a modo de ceremonia de despedida.
Por otra parte también me he despedido hasta enero de Lucille, la francesa, y Marta, la polaca.
Como cosas interesantes esta semana Alex y yo hemos intentado ir a cazar conejos. (Al rededor de la residencia hay muchos). Es imposible sin un arma de fuego adecuada. Son muy rápidos y esquivos.
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