El sábado pasado visitamos Roskilde. Se trata de una de antigua ciudad de Dinamarca y es, en teoría, la segunda en importancia después de la capital. De hecho, en su día, fue capital.
Es pequeña y muy verde. Pero lo más interesante, o por lo menos para mí, es que se trataba de uno de los emplazamientos vikingos más importantes. Al estar a orillas del único fiordo danés (paisaje espectacular por cierto) era la conexión con Dinamarca y las rutas marítimas. Y es por eso que visitamos el museo de barcos vikingos más famoso del país.
La verdad, es que pese a no necesitar nada de la tienda de souvenirs me quería comprar todo. Todo, absolutamente todo, en dos horas de visita, estaba dedicado a los vikingos. Imaginaos la emoción que puede sentir un apasionado de la música metal al estar en un museo vikingo. Todo era más heavy que una lluvia de hachas.
La compañía fue excelente una vez más. Lo más destacable es que no había dos personas del mismo país. Eramos un australiano, un suizo, un americano, una china, una griega, un italiano, un alemán, un checo y un español.
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