Aunque ya van quedando pocos días para la retirada definitiva he podido hacerme un hueco para hacer un último viaje. Una última experiencia.
Los días ahora pasan muy rápido, queremos aprovecharlos al máximo y las despedidas son cada vez mas amargas. Pero eso no quita que no haya que aprovechar el tiempo. Así pues, durante 4 días he visitado la Laponia Sueca.
Ir al norte de Suecia, o del Mundo en general, es algo que lleva tiempo. Desde Malmö han sido 24 horas en tren. Parece mucho pero si vas con compañía no es para tanto. En este caso hemos ido Juri, Andrea, Dennis y yo. O sea, gente con la que ya he viajado en el pasado. El objetivo era ir Kiruna, bien entrado el Círculo Polar Ártico (que es como ir más allá del muro), y si había suerte disfrutar las auroras boreales.
En el tren conocimos a unos estudiantes erasmus que estudian en Trolhom, al norte del todo en Noruega. Eran una francesa de Caen, una española de Pamplona, y un italiano de Roma. Con ellos compartimos un vagón entero durante una noche y una muy larga conversación.
Una vez en Kiruna nos aseguramos de tener un sitio donde dormir. Un hostal razonablemente barato, y con sauna, resultó ser un lugar muy agradable. Ahí planeamos lo que quedaba de viaje. Hay que destacar que se hace de noche a las 14 y que nunca se ve el sol del todo. Sólo la mitad, como si amaneciese todo el rato.
Por la noche fuimos a hacer Sleedge Dog. Yo no estaba muy convencido pero mis compañeros estaban muy ilusionados así que ahí fuimos. A -25 grados no es fácil equiparse bien para sobrevivir así que afortunadamente con el precio venía incluída ropa especial y un poco de comida. Tanta ropa te hace sentir como un astronauta, pero merece la pena. Al final del viaje me dolían los dedos y no sentía nada en la última falange. Si agitas los brazos la sangre llega de nuevo pero resulta ser bastante doloroso.
Los trineos pueden ir hasta 40km por hora nos dijo el dueño. Así que la sensación de viento cortando la piel era bastante extrema. El caso es que lo disfruté como un enano. Pasamos por encima de un lago congelado e hicimos un parón para tomar algo en una cabaña. Compartimos anécdotas con un inglés afincado en Francia y una americana de Tenesse que se habían apuntado también a la actividad.
Por la noche llegó una de las grandes decepciones del viaje: la aurora boreal más floja que puede existir. Durante todo el día todos nos habían dicho que justo, en un día como ese, había una posibilidad del 99% de verla genial. Cada 11 años la actividad solar es mayor de lo normal y justo coincide con este 2012 - 2013, la luna, en cuarto menguante no iluminaba demasiado, el día con menos nubes y más despejado que habían visto en semanas, y la época, justo en invierno, la más adecuada. Bien, pues no se percibió casi nada. Una pena porque íbamos muy ilusionados pero al fin y al cabo nunca se sabe cuando se va a poder disfrutar o no de esta experiencia, aunque todo pinte genial. El caso es que el viaje aún así ha sido una pasada.
En Kiruna hemos podido conocer a dos chicas de Bilbao, dos australianas y unos alemanes. Todos con el mismo objetivo y bueno, con la misma decepción. Es lo que hay me temo.
Y ahora, de vuelta a casa, pasaré por Lulea, una de las ciudades universitarias de Suecia. Y también visitaré Uppsala que al fin y al cabo tengo tiempo. Digo esto porque esta entrada la estoy escribiendo desde un tren camino a casa.